Este miércoles, aprovechando la cita que teníamos de la ecografía de caderas, lo primero que hicimos fue sacar sangre de Bebé Fúturo para la analítica solicitada por la endocrino. Nos venía muy bien de hora.

No nos pusieron ningún problema. Papá Fúturo decidió que lo mejor era que entrara él y yo quedarme fuera con el carro y no sé si fue lo mejor o no. Esperando de repente escucho a Bebé Fúturo berrear de dolor y todo mi instinto me pedía que entrara a matar. Pienso que si hubiera entrado al ser consciente de lo que estaban haciendo me habría calmado más rápido porque al ver lo que tardaban en salir cada segundo tenía más claro que debería entrar y matar. Me senté un poco lejos de la puerta e intentaba hacer oídos sordos.

Ya salió y después de decirme que es un campeón y que le salieron gotas muy gordas (yo no entendí lo que eso significa), me dijo que el esparadrapo había que quitarlo antes de los 3 minutos porque si no, irrita la piel. Así que me hizo quitárselo. Yo estaba obsesionada con darle el pecho para calmarlo, aunque la que necesitaba calmarse era yo. Me lo enchufé y ya Papá Fúturo con más calma me explicó cómo fue la extracción. Se lo hacen en la mano con la aguja más pequeña que existe y pinchan, pero no extraen. Lo que hacen es dejar que las gotas salgan hasta llenar el tubo. Tenían varios preparados por si se un manotazo lo tira, que suele ser muy común. Y lloraba principalmente porque le tenían agarrado del brazo con bastante fuerza y eso le tenía enfadado. Pero los enfermeros admiraron lo bien que le salían las gotas.

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En fin, ya nos fuimos a la ecografía de caderas, en otro edificio del mismo hospital. Estuvimos un buen rato esperando y al entrar nos encontramos con una mujer muy atareada. Pero mucho, la pobre reconoció su estrés, pero por lo demás muy maja. Me sorprendió que no fuera brusca con tanto estrés. Mientras se la hizo, Bebé Fúturo se portaba muy bien y se dejó hacer de todo. La doctora nos dijo que estaba todo perfecto y nos fuimos. Es una prueba rutinaria que hacen a los que están de nalgas en el momento del parto, como fue el caso de Bebé Fúturo.

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¿Por qué fuimos también a urgencias? Cuando me desperté por la noche para ir al servicio me encontré sangrando y me asusté. Era como una regla, pero no me la esperaba tan pronto y, aunque no me sentía mal, quería confirmar que todo estaba correcto. La cita de la revisión después de la cuarentena la tengo el 10, pero sangrar tan pronto me dejó muy patudifusa.

Cuando por fin entramos a consulta nos encontramos con un ginecólogo muy majo, pero se le veía muy cansado al pobre. Me dijo que era la regla y que era algo normal. Me explicó que estar dando pecho no inhibe los ciclos, que éstos siguen el cauce, pero la prolactina, dependiendo de sus niveles, hace que el sangrado se produzca o no. Cada mujer es un mundo y puede ser que por la mañana la prolactina está a 10 y por la tarde a 110. No debemos dejar de usar anticonceptivo porque no sería la primera ni la última que me quedara embarazada. Que al haber sufrido una cesárea se recomienda esperar un año para comenzar la búsqueda del hermano para que la herida cicatrice bien.

De todas formas me invito a pasar a hacerme una ecografía para descartar quistes o miomas. Me puso el aparato sobre la tripa (me sorprendió que no fuera vaginal, pero me imagino que por el sangrado no lo hizo) y confirmó que no había de qué preocuparse. El útero todavía estaba grande, más de lo que debía, pero nada peligroso ni nada. Todo estaba correcto.

Así que con todo el pesar de mi corazón, ya tengo la regla, a un mes y veinte días del parto. No ha sido ni un año completo. En cualquier caso, me alivia pensar que todo está bien. Eso sí, a veces pienso que me estoy desangrando viva, la cantidad es desproporcionada.