Lo primero que he hecho para celebrar que ya no volveré al fisioterapeuta es cogerme dos días libres. Llevo mucho retraso con las tareas de casa y, ahora que he tenido el día libre, se me ha atropellado todo y tampoco he podido hacerlas. ¡¡Me siento fatal!! Pero bueno, si no me quedo dormida, todavía estoy a tiempo para recuperar.
Lo que sí he hecho es algo que he llegado a echar de menos:
Puede parecer mentira, pero el hacer deporte me estaba sentando fenomenal para el ánimo y para todo. Todo ha ido un poco en contra de que siga en el gimnasio. Me apunté en septiembre y cuando por fin me entró el gusanillo de ir al gimnasio (porque eso tarda en entrarte, al principio tienes que tener una fuerza de voluntad increíble, pero al final cala y si te dejas llevar, tampoco es bueno porque te pasarías el día en el gimnasio), en octubre, tuve mi última luxación…
Tres semanas de no poder ir por muchas ganas que tuviera. Cuando volví, me costó un poco engancharme de nuevo, pero al poco de engancharme… OPERACIÓN. Así que estuve condenada a la vida sedentaria durante más tiempo. Mi intención era ir al fisio y al gimnasio alternativamente, pero con el último fisioterapeuta eso era imposible. Por lo que no he podido volver hasta hoy.
¡¡Qué bien sienta volver al gimnasio y descubrir que sigues con el gusanillo del deporte dentro!! Da gusto entrar, meterte en la máquina (cinta de correr, bicicleta estática, elíptica), engancharte la música… ¡¡y dejarse llevar!! Ahora hasta me tengo que poner freno porque tengo prohibido correr o saltar, así que con paso decidido y moviendo el resto del esqueleto para compensar, me veis paso a paso recuperando mis andares.
20 marzo 2014 at 20:57
Me alegro que estés de nuevo en movimiento. Los gimnasios y yo nos llevamos un poco mal, pero no porque me aburra, sino porque me meto mucha caña, y acabo reventada. Pero es cierto que tras hacer un poco de deporte, una está mejor, se siente mejor, y hasta se duerme mejor!
20 marzo 2014 at 21:54
Yo he intentado hacer deporte antes de apuntarme a un gimnasio, pero me resulta imposible. No me siento cómoda en el aire libre y en terreno cambiante, prefiero un entorno controlado y estático, jajaja. También es verdad que me tengo que obligar a darme algo de caña para progresar en algo, jajaja.
20 marzo 2014 at 21:53
Pues ahora a disfrutar del gimnasio pero con mucho cuidado eh? que no podemos volver hacia atrás.
20 marzo 2014 at 21:57
¡¡No!! Mi intención es ir hacia delante, jajaja. Que ya fui hacia atrás, jo. Y es que le prometí a la rehabilitadora que haría deporte para recuperar lo que me falta de músculo si me quitaba la fisioterapia 😀
21 marzo 2014 at 07:18
di que si!! y hazlo por mi ,que yo no tengo esa voluntad muaks
22 marzo 2014 at 15:57
Todo es cogerle el gusto. Estos dos días ha sido la primera vez que Futuro Papá y yo entrenamos juntos 🙂 Es otra historia, pero también me gusta.
21 marzo 2014 at 08:09
Qué envidia sana me das, yo soy negada para hacer ejercicio. Y si acaso, haría algo pero en la calle: correr, ir en bici, jugar al tenis… Que me motivaría más que un gimnasio. Pero es que no me animo, no me animo… A ver si me pongo las pilas y ahora que mi marido dice que se va a ir todas las tardes a correr un rato, me voy con él aunque sólo sea los primeros metros (porque luego me dejará atrás). Pero que va… veo que no… que al final me rajo….jajaja
22 marzo 2014 at 16:00
Yo he intentado empezar con paseos, pero que si el frío, que si el viento, que si me encuentro a gente por la calle, que si esta calle no me gusta… Prefiero algo más recogido, donde puedas hablar o escuchar música y donde te corrijen la postura. La verdad es que los monitores son majísimos y siempre te dicen cómo hacerlo mejor. O puedo apuntarme a las clases: ¡¡¡estoy deseando empezar Areo-zumba!!!
21 marzo 2014 at 11:09
A disfrutarlo! a mi me encanta ir 😀
22 marzo 2014 at 17:14
¿A que sí? Al final cuando le coges el gusto, mola.